Para mí ser embajador de Unicef supone una responsabilidad mayúscula. Desde el primer día quise implicarme en la medida de mis posibilidades en los proyectos que ayudaran a paliar la falta de movilidad y la falta de acceso a los discapacitados en el tercer mundo. Por desgracia son muchos los afectados aunque parezcan invisibles a los ojos de las cámaras debido precisamente a una involuntaria reclusión por falta de medios.
En el 2014 viajamos a MAURITANIA dentro de un proyecto sobre la educación de los adolescentes en varios ámbitos. Las acciones que se llevaron a cabo avanzaron en buena dirección aunque queda mucho por hacer.
De la mano de Marta Alberch, presidenta de Unicef Andorra, visitamos algunos centros escolares y culturales para ver los avances logrados en materia de accesibilidad y pude comprobar que hace falta un proyecto específico para luchar contra la falta de mobilidad tanto en niños, jovenes y adultos.